Varanasi: Entre la mierda y vacas sagradas

El siguiente relato es uno de mis favoritos de mi viaje a la India en 2018. Un poco extraño, escatologico, místico y divertido. Después de estar poco mas de tres semanas asentado en Rishikesh un poblado en el norte de la India, donde la cordillera de los Himalayas inicia. Esto debido en parte a que me agrado el lugar y otra a una infección de garganta me detuvo para recobrar fuerzas. Siguiendo el consejo de una amiga que me dijo. En India sí en un lugar te sientes a gusto quédate mas tiempo allí y Rishikesh fue uno de esos lugares. Pero no podía pasar el resto de mi visado en Rishikesh, no sabia cuando iba a regresar a India y Varanasí la ciudad mas antiguar del planeta era una de los lugares que mas ganas tenia de conocer de toda India, después de un largo y hermoso viaje de 21 horas cruzando el país en tren, mismo me sirvieron para irme prepararme de nuevo al caos de las ciudades. Arribe a Varanasi una tarde de principios de Marzo, donde el calor ya empezaba a sentirse presente. Me quede en un hostal llamado Brick Lane muy cerca del Assi Ghat (Un Ghat es una zona donde se llevan a cabo ceremonias religiosas a las orillas del rió), hay muchos repartidos, este es el mas alejado al sur y a mi gusto uno de los mas tranquilos. Deje mis cosas y me dispuse a salir a caminar un poco para refrescarme en la noche. Finalmente estaba en Varanasí y todos mis sentidos estaban puestos en ello. Recuerdo mientras caminaba por las calles unos chicos sacaban de un negocio una trampa para ratones y los depositaban en la calle sin matarlos, uno de ellos atravesó la calle pasando muy cerca de mis pies y el otro regreso al local de donde lo habían sacado, fue un gesto que me pareció muy tierno y comico cuando lo vi y refirmo mi creencia sobre el trato a los animales que los hindúes tienen. Esa noche era cumpleaños del encargado del hostal y lo celebraban con un pequeño pastel, algo en lo que no se caracterizan los indios es en la pastelería, sus pasteles son muy dulces y llenos de merengue, los padres del chico estaban de visita y me invitaron a dar la vuelta por la ciudad en su carro y conocer la universidad donde el estudiaba, aunque me encontraba cansado, no podía desaprovechar la oportunidad y recorrimos el sur de la ciudad y terminamos en un templo donde fuimos a dar gracias.

Ir a India y no pisar una caca de vaca es como no haber ido a ese país, y yo despues de poco mas de mes y medio no había tenido ese “accidente” hasta ese día. Regrese al Ghat en la mañana para empezar desde allí mi recorrido y me llamo la atención una vaca que se encontraba “oliendo” un altar a lado de un árbol muy chulo a la orilla del Ganges, era como si se hubiera acercado al altar a hacer una reverencia u orar, me pareció una toma interesante y saque mi teléfono para inmortalizar la escena. Mi estomago ya tenia hambre y me recomendaron un pequeño restaurante muy cerca de allí, llamado Aum Cafe, sin duda fue uno de los lugares que mas se quedaron en mi memoria y paladar, tenia una energía muy limpia y especial la comida y mientras estaba allí revise las fotos que había tomado previamente y una de ellas me llamo la atención, que era la de la vaca “oliendo” el altar. Si son observadores podrán notar lo que yo note y me dejo sorprendido.

Sus cuernos brillaban de manera peculiar, como si estuvieran rodeados de energia y lo tome como una buena señal. Fue un día donde di rienda suelta a mi alma de explorador, sin embargo esa tarde no solo pise una caca de vaca, pise TRES jugosas cacas de vaca, con el pie derecho, casualmente es mi pie derecho con el que siempre eh lidiado de varias maneras. Esa tarde conocí a un indio que me llevo a conocer a un sadhu muy peculiar que se sentaba en una de las muchas plataformas sagradas, donde es habitual encontrar a este tipo de personajes. El papel de los sadhus en la sociedad india es la de hombres que renuncian a lo material para dedicarse a guiar espiritualmente a el resto de la gente, algo así como los padres en la religión católica. Este sadhu era joven y hablaba el ingles necesario para poder comunicarse con el. El protocolo para estar allí en la plataforma es relativamente sencillo, uno tiene que quitarse los zapatos y dejarlos en las escaleras que están a lado y compartir algo con los presentes, ya sea una ronda de chais, un poco de mariguana, tabaco, comida u alguna ofrenda en especie, aunque el muy cabrón quería de tributo mis audífonos, pero gracias a la intervención de mi amigo, no me los pudo talonear, este sadhu era medio rockstar.

El grupo era muy varopinto, jóvenes en su mayoría, indios y extranjeros por igual, recuerdo a uno hindu que solo se comunicaba escribiendo en su celular, esto debido a que había hecho una promesa a shiva de guardar silencio por 14 años, llevaba 7.

Durante las horas que estuvimos allí desfilaron variados personajes, desde raperos rusos, argentinos rockeros e indios tocando instrumentos tradicionales o poniendo música en sus bocinas. La música, los chais, el tabaco y la mariguana fluían en esa tarde maravillosa a lado del Ganges. Sin duda era lo mas hippie que había hecho en este viaje y sin duda en mi vida y me me encanto, pero todo tiene un fin y nos despedimos del sadhu para ir a ver una ceremonia en un ghat y al tomar mis tenis para ponérmelos, me doy cuenta que una paloma se había CAGADO dentro del mismo zapato con las que había pisado las cacas de vaca. Solo me reí y busque algún papel para poder limpiarlo. Mi amigo me dijo que era buena suerte, ya que ellos ven a la caca de vaca como una bendición, ya que la ocupan para varias cosas, la Vaca Sagrada sin duda me había bendecido ese día y esos tenis todavía los conservo y siguen intactos a pesar del constante uso que les doy.

Que buena historia.