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Vida y muerte en Varanssi

Varanassi

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Varanasi es una ciudad que a nadie deja indiferente, es la ciudad más antigua viva del planeta (5 mil años), asentada a las orillas del rió Ganges, emana una energía que a todos sacude. Es un lugar donde uno puede experimentar profunda paz y absoluto caos al mismo tiempo, allí se percibe todo a flor de piel, vida y muerte, luz y obscuridad, el equilibrio de las fuerzas universales, el ying y el yang se percibe de manera muy intensa, hasta en su geografía se puede observar esto, ya que el núcleo urbano se encuentra en el extremo poniente del rió y en la parte oriente es solo campo y desierto.

Varanasi me recibió de una manera muy especial, un poco grotesca para la mayoría de las personas, pero ese día aprendí que las bendiciones pueden llegar en forma de mierda.

Assi Ghat – Varanassi

En los tres días que estuve allí, me perdí horas en sus callejones, mi espíritu de explorador y fanático de Indiana Jones se volvió loco esos días, pude haberme quedado en esa ciudad por meses y no cansarme, sin embargo tenía que continuar mi viaje, la fecha de mi visa se acercaba y todavía me faltaba un destino antes de llegar a mi última parada en India. Calcuta y tomar mi vuelo de salida a Tailandia.


Amanecer en el Ganges

Amanecer en el Ganges

Era el último día de mi estancia en la ciudad y mi tren partía en la noche, recuerdo que me levanté muy temprano para ver el amanecer desde un bote sobre el Ganges, que era algo que todos los viajeros me habían recomendado y que sin duda fue uno de los grandes momentos del viaje. No hay palabras para describir la experiencia de navegar por el rio y ver como la ciudad se va despertando poco a poco, como la luz va venciendo a la obscuridad, restableciendo el equilibrio universal. Después del paseo desayune con la pareja con quien compartí el bote, me despedí de ellos y me dispuse a resolver mi problema de falta de efectivo y es que eran muy pocos cajeros que aceptaban mi tarjeta.

Amanecer en el Ganges

Varanasi a pesar de ser una ciudad grande y con muchos bancos, se resistía a darme dinero, seguí el consejo de un amigo y fui a una agencia turística que pudiera hacerme un cobro, vía terminal y ellos darme el efectivo, a cambio de una comisión. En el lugar no podían hacerlo, pero me mandaron a donde si, al norte de la ciudad, tome un colectivo que me dejo en el barrio musulmán y de allí tenía que caminar algunas cuadras para llegar al sitio indicado, en India es indispensable estar siempre presente, eso te va a ayudar en muchas formas ya sea para evitar accidentes o descubrir cosas maravillosas. En el camino vi un banco que me había aceptado la tarjeta en la ciudad de Jaipur, pero que no me había dado efectivo, lo reporte en esa ocasión y me devolvieron el dinero, allí estaba otra vez ante el mismo banco que me había hecho pasar un mal rato, me quite mis miedos y decidí darle una oportunidad, al principio saque poco dinero y funciono, termine de sacar la cantidad máxima. porque mi siguiente destino era más rural e iba a ser imposible encontrar uno, me sentía muy aliviado, ya que llevaba varios días batallando con ese problema.


La muerte, el fuego y la impermanencia

Tenía el resto de la tarde para pasear y regresar al hostal por mi maleta, y me faltaba un lugar imprescindible por visitar, bueno dos. El Manikarnika Ghat, uno de los crematorios al aire libre más importantes de la India y local de lassies más famoso del país el Blue Lassi Shop, sin duda deliciosos y con una variedad enorme de sabores y combinaciones, el lugar estaba lleno, pero cuando llegue un asiento libre se desocupo, la fortuna estaba de mi lado, una cosa que jamás voy a olvidar y que me sorprendió, es que el callejón donde se encuentra ubicada la tienda, es paso continuo de cortejos fúnebres, un poco extraño era morir de placer y afuera la muerte pasando constantemente, se aplicaba muy bien el dicho que tenemos en México, el vivo al gozo y el muerto al pozo, en este caso a la pira.

Con el estómago satisfecho y feliz por estar vivo, camine rumbo a los crematorio. Está prohibido tomar fotos y era algo caro obtener el permiso para hacerlo. El calor estaba en su máximo a esa hora de la tarde y las múltiples piras funerarias lo incrementaban aún más, me sentía dentro de un infierno sagrado, nos rodeaba una sensación de solemnidad, nadie lloraba, solo contemplaban. Y es que ver como se desintegra un ser querido por las llamas, debe ser algo muy duro, pero a la vez profundamente liberador, en algunas regiones del Tibet y Nepal, se deja el cuerpo al aire libre en las montañas para que se lo coman las aves.

Maria Sabina en la India.

Me quede allí un rato contemplando la impermanencia, algunas lágrimas salieron de mis ojos, resultado de muchas emociones dentro de mí, tristeza, asombro y la alegría de poder contemplar algo así. Recordé que algunas tradiciones budistas acostumbran meditar frente a cadáveres, esto como una forma de asimilar la impermanencia, ese día tuve la oportunidad de hacer algo similar.


Manikarnika Ghat – Varanassi

Después de un rato camine por la orilla del río rumbo a mi hostal, en el trayecto metí mis pies al rio, me despedí del Ganges con una reverencia, pidiéndole que algún día me permitiera regresar nuevamente a bañarme en sus aguas..

Una pequeña crisis

Esa tarde mientras arreglaba mi maleta para partir rumbo a Bodh Gaya, me mire al espejo y note varios puntos rojos en mi cara y cuerpo, por mi mente paso todo tipo de cosas terribles que lo pudieron haber provocado, me invadió el miedo, podría ser alguna enfermedad exótica, para lo cual yo no estaba inmunizado, me maldije por no haberme reforzado con las vacunas de sarampión, rubeola y tosferina.

Me vi agonizando solo, al otro lado del mundo de alguna terrible enfermedad; pensé en modificar mis planes de viaje y esperar a ver qué ocurría, me senté, respire hondo y vino a mi mente la palabra que había aprendido en mi retiro de silencio, ECUANIMIDAD. entrar en pánico no me ayudaba en nada en ese momento y sí tenía que afrontar una situación así, una mala actitud iba a perjudicar más las cosas, solo le pedí al universo que me pusiera en el lugar y con las personas correctas y lo único que podía hacer en ese momento era tener a la mano el número telefónico de mi seguro médico y continuar con mis planes, eran solo unas ronchas y yo no me sentía mal, saque el pensamiento de mi cabeza y me enfoque en el presente, que era arreglar mi maleta y salir a la estación de tren. Al final resulto solo ser una pequeña reacción a la comida. Sin duda sí yo no hubiera tomado ese primer retiro de silencio y hubiera hecho este viaje, ese día hubiera caído en pánico, cambiado mis planes y terminar enfermándome de alguna cosa.